jueves, 8 de febrero de 2007

Una despedida...

A algunos de nosotros siempre nos sorprendió como Larralde, este cantor y guitarrero nativo de Huanguelén, siempre fue capaz de partir de elementos muchas veces simples, cotidianos, para construir desde el verso imágenes tan profundas, tan complejas, con tanta sensibilidad.
El gran decidor canta unos versos milongueros y orilleros --que nosotros transcribimos de oído-- para el compañero y hermano, al momento de su despedida. ¡Qué destino más sotreta!

"Mi viejo mate galleta,
¡qué pena me dió perderte!,
¿qué mano tronchó tu suerte?
Tal vez la mano del tiempo.
Si hasta creí que eras eterno…
nunca imaginé tu muerte.

"En tu pancita verdosa,
cuántos paisajes miré,
cuántos versos hilvané
mientras gozaba tu amargo.
Cuántas veces te hice largo,
y vos sabías porqué.

"Cuando la yerba escaseaba
por falta de patacones
nunca pediste razones
pero me diste consejo:
chupá, pero hacete viejo
sin llegar a los talones.

"Y en esos negros inviernos
cuando la escarcha blanqueaba
tu cuerpito calentaba
mis manos con su calor
pa' que el amigo cantor
se prendiera a la guitarra.

"Y ahí nomás se hacía la farra,
vos y yo en un mano a mano,
mate y guitarra en el claro,
mate y guitarra en la sombra,
en leguas a la redonda
no hubo jagüel orejano.

"Ah, compañero y hermano,
¡qué destino más sotreta!
Nunca le dí a la limeta,
en vos encontré la calma.
En este adiós pongo el alma,
mi viejo mate galleta",

José Larralde, Mi viejo mate galleta.

No hay comentarios: